Ya han pasado los primeros 100 días de la administración de Biden y seguimos esperando que cumpla con sus promesas y ofrezca algún tipo de alivio a nuestra comunidad. Es hora de reconocer que las falsas promesas no significan nada mientras miles son deportados y explotados en este país todos los días.

Por años vivíamos bajo la esperanza de que Obama y los demócratas nos iban a dar la legalización—y nunca pasó. Ahora no podemos repetir la misma historia. Esta vez no vamos a poner nuestra fe en los políticos quienes negocian con nuestro dolor para avanzar su agenda política—sino en nosotros mismos, los inmigrantes trabajadores que siempre hemos sostenido este país.

El presidente Biden y los demócratas quieren convencernos que nuestra única opción es pelear entre nosotros por unas pocas migajas pero no nos conformamos, ni dejamos que nos sigan imponiendo estos falsos dilemas. Tenemos que ser los dueños de nuestro propio destino y trazar un nuevo rumbo, una lucha dirigida por el pueblo, comprometida con la dignidad y protección que todos merecemos.

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