Desarmar su maquinaria de muerte

Esto es una emergencia. Estamos viviendo una clara militarización por parte de los gobiernos, tenemos el aliento de los fascismos en la nuca y, por supuesto, estamos presenciando los genocidios que se está cometiendo impunemente en Palestina, Congo, Sudán y Yemen. Mientras tanto, la vivienda, la precariedad laboral y esta economía desalmada nos asfixian día a día. Y, por si todo esto no fuera suficiente, nos asedia una crisis climática que amenaza nuestro futuro y el de todas las personas que amamos.
Aunque a simple vista parezcan problemáticas muy dispares, todas ellas tienen raíces comunes. En este sistema capitalista, patriarcal, colonial y extractivista, los Estados militarizados y las corporaciones se sostienen sobre las mismas dinámicas de dominación que explotan los cuerpos, los territorios y la naturaleza. Vivimos por tanto una crisis ecosocial provocada por este sistema insoportable que ha declarado la guerra a la vida.
Es innegable que nos enfrentamos a uno de los retos más grandes que han tenido delante las sociedades humanas: un capitalismo homicida sin frenos. Una maquinaria de muerte armada militarmente, pero armada también con toda la infraestructura fósil que condena a hambrunas, sequías, desplazamientos y muerte a tantos millones de vidas; una maquinaria que desvaloriza los trabajos de cuidados, invisibiliza a las mujeres y castiga a quienes defienden la vida. Son los gobiernos y corporaciones los que están haciendo uso de esas armas de destrucción masiva y nos ponen en peligro apuntándonos directamente con sus misiles y plataformas petrolíferas.
Sin embargo, sabemos que nunca van a detener voluntariamente su maquinaria de muerte. No podemos seguir pidiendo a esos gobiernos y corporaciones que paren la guerra que ellos mismos nos han declarado. Nuestra única opción es romper definitivamente con este fascismo fósil. Nos toca a nosotras, a la gente común: quienes cuidamos, quienes sostenemos, quienes resistimos en los márgenes. Es hora de recuperar el poder colectivo y reconstruir un mundo donde la vida —no el beneficio— sea el centro.
Por eso, del 14 al 17 de noviembre, mientras se celebra la COP30, vamos a unirnos para desarmar la maquinaria de muerte que nos destruye a nosotras y al planeta. Llamamos a la organización popular, a la desobediencia civil noviolenta y a la creación de espacios de cuidado y encuentro para responsabilizarnos colectivamente de detener este sistema sin futuro y, mediante asambleas ciudadanas permanentes y vinculantes, poder construir en su lugar un futuro deseable, justo e inclusivo, donde quepamos todas las vidas.
Mientras siga funcionando esta maquinaria, tendremos la responsabilidad de desarmarla. Es el momento de actuar colectivamente; de decir “hasta aquí”. Ya vimos claramente en la pasada Vuelta Ciclista a España de lo que es capaz el pueblo cuando planta cara: no permitimos que se blanquee el genocidio y, de la misma forma, no permitiremos que se juegue con nuestro futuro. Ya hemos sembrado una chispa y ahora nos toca seguir a la altura de las circunstancias. Tú puedes ser una parte fundamental de este cambio. El es momento de tomar partido. Es el momento.
¡Amor y furia!